Matanza de los haitianos.
Desde el siglo XIX los haitianos habían estado asentandose en las tierras agrícolas de la República Dominicana. Sin importar los impulsos que se hicieron para llegar a un acuerdo con los haitianos fue imposible ya que el Tratatado de 1874 no tuvo éxito y Lilis le otorgaba a los haitianos derechos de tierras que en aquel entonces eran reclamadas por los ciudadanos dominicanos. En 1929 Horacia Vásquez realizó un nuevo Tratado con el objetivo de fijar finalmente los límites fronterizos, pero a pesar de esto se quedaron muchos haitianos trabajando como sirvientes, agricultores, y obreros en la industria azucarera. Más tarde Trujillo comenzó a deportar a todos los haitianos que no fueran braceros, y ya para el 1932 con la Ley de Inmigración se propuso la deportación de braceros haitianos y cocolos, acto que no fue permitido por los norteamericanos al ver que se ponía en peligro su mano de obra.
Los haitianos llegaron a apropiarse tanto de algunas tierras dominicanos que inclusive en las tierras de Mao y Azua se aceptaban las monedas haitianas. Es por esto que en octubre de 1937, Trujillo viajó a Dajabón y pronunció su discruso en el que mandaba la inmediata exterminación de todos los haitianos que se encontraban en tierra dominicana. Se reconoció bien que este no era su único objetivo con la matanza de 1937, Trujillo buscaba blanquear y refinar la raza dominicana, impidiendo la mezcla de la raza dominicana con la haitiana. Su deseo de mejorar la raza era tal que inclusive llegó al punto de traer extranjeros de todo el mundo al país.
Rafael Leónidas Trujillo en su discurso de la matanza de
los haitianos, Dajabón, octubre de 1937.
Desde el ascenso de Trujillo al poder, uno de sus principales objetivos era que Haití no fuera más la base de reuniones, por lo que firmó también el Pacto Político de 1936 con Stenio Vincent (presidente haitiano), que definía bien la línea fronteriza entre los dos países.
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